Alcoholemia, no gracias.

Alcoholemia, no gracias.
Citroën, marca comprometida con la seguridad vial.

martes, 22 de julio de 2014

Curva peligrosa.



Ya estamos aquí, antes de continuar conduciendo vamos a ver cómo nuestro cuerpo reacciona a la intoxicación por consumo de alcohol.

De sobra sabemos que el bebedor de whisky anterior, recordáis, aquél que marchó a casa en taxi, inició su periplo a los cinco minutos de haber bebido el primero y alcanzó su máximo  nivel  entre los 30 y los 90 minutos de haberlo tomado. A partir de ese momento, comienzó a desaparecer lentamente el alcohol de la sangre hasta su completa eliminación.

Para representar el proceso evolutivo a través del tiempo de las concentraciones de alcohol en sangre vamos a utilizar una curva que  va a representar en su eje vertical  la cantidad de alcohol tomado en gramos y en el  eje horizontal el tiempo en horas transcurrido hasta su completa eliminación.

Supongamos que durante las cuatro primeras horas nuestro  bebedor ha estado celebrándolo y tomando whisky  Al llegar a casa prefiere acostarse y mañana Dios dirá.


Durante las cuatro primeras horas la cantidad de alcohol en sangre aumentará rápidamente – es lo que denominamos fase ascendente-. Entre 30 y 90 minutos después de la última copa, la curva parece estabilizarse durante un corto periodo de tiempo – llamado meseta-. Es aquí cuando la alcoholemia comienza a bajar lentamente –fase descendente-, hasta la completa eliminación del alcohol en sangre. En condiciones normales puede llegar a tardar hasta 19 horas después de la última copa.

Con bebidas fermentadas (vino, cerveza etc.) la absorción es más lenta que en las bebidas destiladas (ginebra, ron o whisky). Además si a estos destilados los combinamos con bebidas gaseosas o bebidas calientes pueden favorecer la rapidez de aparición  de los primeros síntomas.



" Alcoholemia, no gracias te  va a enseñar  cómo librarte de la alcoholemia y no morir en el intento." Mediante:


 Una experiencia vivida:  

Cierta mañana sobre las siete teníamos un punto de verificación en los extrarradios de mi ciudad cuando, del escaso tráfico que había, los pocos vehículos que pasaban eran trabajadores del turno de mañana de una gran fábrica cercana.  Uno de ellos le habían realizado la prueba de aproximación y había pasado a la segunda prueba por dar una tasa alta.

Aparentemente no presentaba síntoma alguno, su aspecto era normal, recién duchado y afeitado con olor a bálsamo y un trato cordial. La tasa final que arrojó era de 0.40 mg/l aire expirado. Tasa que negaba constantemente pues lo único que había tomado es el colacao de todas las mañanas.

La explicación es clara, me confesó que la noche anterior había estado hasta las dos de la mañana celebrando el cumple de su mujer junto con sus familiares y amigos en donde habían degustado ciertos vinos de la nueva cosecha. Digamos que cuando se acostó, tras beber lo que en gana le pareció, ya que estaba en su casa y no debía rendir cuentas a nadie, la alcoholemia estaba en la fase de meseta y al ralentizarse todo su organismo mientras dormía la fase de descenso se extendió considerablemente arrojando  cinco horas después tasas por encima de los límites permitidos para conducir.




 



Alcoholemia,  no gracias. Te pone en alerta y necesita que saques conclusión de este detalle pues el alcohol residual de la noche anterior puede pasarte factura, aunque tu aspecto y sintomatología sea perfecta. 




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